martes, 23 de junio de 2015

El día que la momia me cautivó

Por: Abraham Torres

Ya no recordaba el olor a muerte. El olor a muerto. La última vez que estuve expuesto a cadáveres fue hacia el 2006. Cubría narcotráfico para un diario fronterizo de México.

Esto es distinto. Parece una obra de arte mal lograda. Cada una de sus partes son dignas de admirarse.

No tiene nombre. Ni creo que tenga. Solo de una cosa estoy seguro. Es un hombre con una edad biológica de entre 52 y 71 años. Dicen que tenía alrededor de 3o años cuando falleció.

¿Que cómo lo conocí? En un anfiteatro. He de admitir que no supe qué hacer cuando esa puerta se abrió. La cámara frigorífica mostraba su interior. Y ahí estaba. Justo sobre una de las planchas. Retorcido como si le doliera algo. Cuando se deslizó lo comprobé.

La expresión de su cara lo decía todo. Pareciera como si luchara por su supervivencia. Por su sobrevivencia. Se eternizó como si quisiera lanzar un fuerte grito y al final suspirara. Nadie lo escuchó. Era imposible.

Algunas partes de su cuerpo los tiene cubiertos con restos de piel. En otras más claramente se aprecian sus huesos. Todavía conserva las uñas y dientes. Del interior del organismo no queda nada. Los roedores se lo comieron.

¿Que dónde lo encontraron? La respuesta cautiva. A 5 mil 160 metros de altura sobre el nivel del mar. Justo en el volcán más alto de México. Le llaman Citlaltépetl.

Unos alpinistas tropezaron con él. Y ahí, comenzó esta asombrosa historia.

Mi fascinación no terminó. Lo observé largamente. Tenía una fractura en una de las piernas. A tal grado que quedó doblada. Los antropólogos dicen que son fracturas comunes en accidentes o deslizamientos. Cuando uno choca contra un objeto.


Dudé que fuera alpinista. Y lo sigo dudando. Cuando lo encontraron su vestimenta no era digna de uno de ellos. Tenía un saco color azul marino con líneas verticales blancas. Camisa de vestir del mismo color. Dos pantalones, uno térmico y encima otro de vestir azul marino.

Dicen que el 25 de julio de 1998 hubo un accidente aéreo. Que ocho tripulantes de una aeronave del Estado Mayor Presidencial fallecieron cuando se desplomó en el Citlaltépetl. A la fecha nadie ha confirmado esa versión. Otros dicen que en 1999 una avioneta cayó también.

Relatos que envuelven de misticismo el hallazgo. Verdades sin confirmar. Y un cuerpo que fue testigo de algo. Nunca sabremos de qué.

Hay una mujer que dice ser su familiar. Increíble. Llegó de Guadalajara. Ya le aplican pruebas de ADN. Ahora solo resta esperar.

De no confirmarse la conexión entre ambos, el cuerpo permanecerá en el municipio de Chalchicomula de Sesma. Lo expondrán en un museo dedicado a los alpinistas. No sé si sea la mejor idea.

De lo que sí estoy seguro es que hubo un día. Un sólo un día. Difícilmente se repetirá. El día que la momia me cautivó.

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